viernes, 1 de mayo de 2009

Otro sueño

Fue una espantosa pesadilla, corría desesperada por un bosque. Era de noche. Los árboles, como gigantes enojados, le señalaban el camino que debía recorrer.

Tropezaba una y otra vez con troncos y piedras. Tenía magulladas las piernas, los brazos y la frente.

El miedo era el motor que la impulsaba a seguir, a pesar del cansancio, del hambre, de la sed.

Por momentos, caía y perdía la conciencia, sumida en un profundo sueño que la transportaba a un colorido valle donde todo estaba en orden y ella era feliz, pero, ante el menor ruido desconocido, regresaba a la pesadilla de la que era protagonista y parecía no tener fin.

Dejó de correr porque las fuerzas se le agotaron, el miedo la paralizó y se derrumbó sobre un colchón de flores dormidas.

Cuando se despertó, estaba entre los brazos de esos pequeños seres que la rescataron del infierno, limpiaron sus heridas, la alimentaron, la cuidaron y casi lograron que olvidara su pasado.

Sus alegres anfitriones eran siete. Por entonces, ni siquiera imaginaba que no mucho después, un beso de amor la despertaría de otro sueño, casi eterno.

 

 

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